La lucha contra el narcotráfico en Colombia ha tomado un nuevo rumbo con la implementación de un programa que busca erradicar las plantaciones de coca mediante incentivos económicos a los agricultores. Esta estrategia, impulsada por el gobierno de Gustavo Petro, tiene como objetivo eliminar 45.000 hectáreas de cultivos en algunas de las regiones más conflictivas del país, como el Cañón de Micay, en el suroeste. A pesar de las buenas intenciones, la iniciativa enfrenta escepticismo y preocupaciones entre los campesinos que dependen de la coca para su sustento.
La producción de cocaína en Colombia ha alcanzado niveles alarmantes, lo que ha llevado al gobierno a buscar alternativas que no solo reduzcan la oferta de la droga, sino que también ofrezcan una solución viable para los agricultores. En este contexto, el gobierno ha acordado con cerca de 4.000 familias la sustitución de cultivos de coca por otros productos, como cacao o café. Como parte de este acuerdo, los campesinos reciben un pago inicial, que en algunos casos asciende a aproximadamente USD 300, con la esperanza de que esta compensación se convierta en una fuente de ingresos más estable a largo plazo.
Sin embargo, no todos los agricultores están convencidos de que esta estrategia sea la solución adecuada. Nicolás, un agricultor de 44 años, comparte su experiencia al arrancar casi dos hectáreas de coca de su terreno. «Cuando uno está sembrando una mata de coca tiene la esperanza de que va a tener una cosecha y va a tener unos ingresos», explica. Para él, la decisión de erradicar los cultivos significa renunciar a una fuente de ingresos segura, lo que genera incertidumbre sobre su futuro económico. Además, otros campesinos expresan su temor a las posibles represalias de grupos armados que dependen del narcotráfico, quienes podrían ver amenazados sus intereses si los agricultores dejan de cultivar coca.
El gobierno ha destinado aproximadamente USD 14,4 millones para financiar esta iniciativa, aunque este monto podría variar dependiendo del número de hogares que se sumen al programa. La situación es compleja, ya que en el último año se han reportado 23.000 nuevas hectáreas de coca en Colombia, lo que indica que la producción de cocaína sigue en aumento. Esto plantea un desafío significativo para el gobierno, que busca equilibrar la erradicación de cultivos con la necesidad de ofrecer alternativas económicas viables para los campesinos.
### Desafíos de la Sustitución de Cultivos
La sustitución de cultivos de coca por alternativas como el cacao o el café no es un proceso sencillo. Los agricultores deben adaptarse a nuevas prácticas agrícolas, lo que requiere capacitación y recursos. Además, la transición puede ser un proceso lento, y muchos campesinos temen que la falta de ingresos inmediatos durante este periodo de cambio pueda llevarlos a la desesperación y a la reactivación de cultivos de coca.
La falta de infraestructura adecuada en algunas regiones también representa un obstáculo. La producción de café o cacao puede ser menos rentable si no se cuenta con las condiciones necesarias para su cultivo y comercialización. Por lo tanto, es crucial que el gobierno no solo ofrezca incentivos económicos, sino que también invierta en el desarrollo de infraestructura y en la capacitación de los agricultores para garantizar el éxito de esta estrategia.
Además, la presencia de grupos armados en las zonas de cultivo de coca añade una capa de complejidad a la situación. Muchos campesinos temen que al dejar de cultivar coca, se conviertan en blanco de amenazas o violencia por parte de estos grupos, que ven en la erradicación de cultivos una amenaza a su negocio. Este temor puede desincentivar a los agricultores a participar en programas de sustitución, lo que podría socavar los esfuerzos del gobierno para reducir la producción de coca.
### La Perspectiva del Gobierno
Desde el gobierno, se argumenta que la erradicación de cultivos de coca es esencial para combatir el narcotráfico y mejorar la seguridad en las regiones afectadas. La administración de Gustavo Petro ha enfatizado la necesidad de abordar el problema de manera integral, combinando la erradicación de cultivos con el desarrollo de alternativas económicas y el fortalecimiento de la presencia del Estado en las áreas rurales.
El enfoque pacífico que propone el gobierno busca no solo reducir la oferta de cocaína, sino también ofrecer una salida digna a los campesinos que han estado atrapados en el ciclo de la producción de drogas. Sin embargo, para que esta estrategia sea efectiva, es fundamental que se aborden las preocupaciones de los agricultores y se garantice su seguridad y bienestar durante el proceso de transición.
En resumen, la iniciativa del gobierno colombiano para erradicar los cultivos de coca mediante incentivos económicos es un paso significativo en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, su éxito dependerá de la capacidad del gobierno para abordar los desafíos que enfrentan los campesinos y garantizar que la transición a cultivos alternativos sea viable y segura.