La situación en Nueva Prosperina, un distrito de Guayaquil, Ecuador, se ha vuelto insostenible. Con un alarmante aumento en la violencia y el crimen organizado, este sector se ha convertido en el más peligroso del país. En lo que va del año, se han registrado al menos 361 asesinatos, lo que representa un incremento del 200% en comparación con el año anterior. Las Fuerzas Armadas han sido desplegadas en la zona desde enero de 2024, tras la declaración de conflicto armado interno por parte del gobierno. Sin embargo, la realidad en las calles es desoladora, con patrullajes que a menudo no logran contener la ola de criminalidad.
**Patrullajes y Estrategias de Control**
Los operativos militares en Nueva Prosperina son una respuesta a la creciente violencia que ha tomado el control del distrito. Durante un recorrido reciente, se observó un ambiente de tensión y desolación. Las calles, en su mayoría desiertas, están rodeadas de casas abandonadas y locales comerciales cerrados. Las Fuerzas Armadas realizan controles en puntos estratégicos, conocidos como «áreas cazadores», donde se llevan a cabo revisiones de vehículos y personas. Utilizando el sistema CAMEX, los militares pueden detener y revisar motocicletas y tricimotos, que son los medios de transporte preferidos por los delincuentes.
La Policía, por su parte, utiliza el sistema SIIPNE móvil, que permite verificar antecedentes penales en tiempo real. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la situación sigue siendo crítica. Durante un patrullaje reciente, un grupo de vecinos alertó a los militares sobre disparos en una vivienda, pero los delincuentes lograron escapar rápidamente en motocicletas, lo que pone de manifiesto la agilidad y el conocimiento del terreno que tienen los criminales.
**El Impacto del Crimen Organizado**
La violencia en Nueva Prosperina no solo se manifiesta en asesinatos, sino también en un sistema de extorsión que afecta a los residentes. Grupos criminales como los Tiguerones Fénix imponen un cobro mensual a las viviendas, lo que ha llevado a que muchas casas queden vacías. Este fenómeno ha transformado el paisaje urbano, donde el miedo y la inseguridad han desplazado a las familias. La pobreza extrema, la deserción escolar y la falta de oportunidades han creado un caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de estas bandas.
La situación es tan grave que, en un solo día, se reportaron 22 muertes violentas en diferentes puntos del distrito. Además, el conocido «Canal de la Muerte» se ha convertido en un lugar donde se hallan frecuentemente cuerpos de víctimas de la criminalidad. Este contexto de terror ha llevado a que los residentes vivan con miedo, evitando salir de sus casas y limitando sus interacciones sociales.
El teniente coronel Cristhian Espinoza, jefe de patrullaje en la zona, ha señalado que, aunque el trabajo de las Fuerzas Armadas ha comenzado a generar pequeños cambios, la situación sigue siendo alarmante. A pesar de que algunas familias han comenzado a salir a las calles durante los fines de semana, la percepción de inseguridad persiste. La violencia no solo se mide en cifras de muertes, sino también en el impacto psicológico que tiene sobre la comunidad.
**Un Futuro Incierto**
La lucha contra el crimen organizado en Nueva Prosperina es un desafío monumental. Las Fuerzas Armadas y la Policía están en constante enfrentamiento con bandas que no solo trafican drogas y armas, sino que también se involucran en actividades de usura, prestando dinero a tasas abusivas a quienes no pueden acceder a servicios financieros. Este ciclo de violencia y desesperación se perpetúa, y la intervención militar, aunque necesaria, no es suficiente para erradicar el problema.
La situación en Nueva Prosperina es un reflejo de los problemas más amplios que enfrenta Ecuador en términos de seguridad y desarrollo social. La falta de oportunidades, la pobreza y la descomposición del tejido social han creado un entorno donde el crimen organizado puede prosperar. Mientras las Fuerzas Armadas continúan sus patrullajes, la comunidad espera que se implementen soluciones más integrales que aborden las causas subyacentes de la violencia y no solo sus síntomas.
En este contexto, la esperanza de un futuro más seguro para Nueva Prosperina parece lejana. La violencia ha dejado cicatrices profundas en la comunidad, y el camino hacia la recuperación será largo y complicado. Sin embargo, es fundamental que las autoridades y la sociedad civil trabajen juntas para encontrar soluciones efectivas que permitan restaurar la paz y la seguridad en este distrito asediado por el crimen.