El 18 de mayo de 2025, la Plaza de San Pedro se convirtió en el escenario de un evento histórico que marcó el inicio del pontificado de León XIV. Con la asistencia de cerca de 200.000 fieles y dignatarios de todo el mundo, la misa de entronización fue un momento de gran significado tanto para la Iglesia Católica como para los millones de creyentes que la siguen. Este nuevo papa, cuyo nombre real es Francis Prevost, fue elegido el 8 de mayo tras la muerte del papa Francisco, y su ceremonia de entronización estuvo llena de simbolismo y solemnidad.
La misa comenzó con la entrega del palio y el Anillo del Pescador, dos símbolos que representan el poder y la autoridad del papa. La imposición de estos elementos fue llevada a cabo por un grupo de arzobispos y cardenales de diversas partes del mundo, incluyendo Europa, África y Asia. Entre ellos se encontraban el monseñor italiano Diego Ravelli, el purpurado congolés Fridolin Ambongo Besungu y el filipino Luis Antonio Tagle. Este acto no solo marcó el inicio del pontificado de León XIV, sino que también simbolizó la unidad de la Iglesia Católica en un momento en que el mundo enfrenta desafíos significativos.
Durante su homilía, León XIV reflexionó sobre la responsabilidad que conlleva su nuevo rol. «Fui elegido sin tener ningún mérito y, con temor y trepidación, vengo a ustedes como un hermano que quiere hacerse siervo de su fe y de su alegría», expresó el nuevo pontífice. Esta declaración resonó entre los asistentes, quienes aplaudieron en un momento de conexión emocional. Además, León XIV recordó la figura del papa Francisco, fallecido el 21 de abril, y cómo su muerte había dejado un vacío en los corazones de muchos. «La muerte del papa Francisco ha llenado de tristeza nuestros corazones y, en esas horas difíciles, nos hemos sentido como esas multitudes que el Evangelio describe ‘como ovejas que no tienen pastor'», añadió.
La ceremonia no solo fue un evento religioso, sino también un encuentro diplomático. Entre los asistentes se encontraban líderes de varios países, incluyendo al presidente de Ecuador, Daniel Noboa, el presidente colombiano, Gustavo Petro, y la presidenta de Perú, Dina Boluarte. La presencia de estos dignatarios subraya la importancia del nuevo papa en el contexto global, especialmente en un momento en que el mundo enfrenta conflictos como la guerra en Ucrania y la crisis en Gaza. León XIV hizo un llamado a los líderes mundiales durante su primer domingo como papa, instando a que «nunca más haya guerra».
La llegada de León XIV a la Plaza de San Pedro fue un momento esperado por muchos. A las 6:00 de la mañana, los accesos a la plaza se abrieron bajo estrictas medidas de seguridad, y los fieles comenzaron a congregarse para ser parte de este evento histórico. El nuevo papa llegó en papamóvil, saludando a los presentes antes de dirigirse a la basílica para comenzar el ritual de la ceremonia. Este momento de cercanía con los fieles es característico de León XIV, quien ha sido descrito como un papa agustino y cercano, con una formación sólida en América Latina.
La misa, que se llevó a cabo a los pies de la basílica, fue un momento de gran solemnidad. La ceremonia incluyó la tradicional procesión de los cardenales, quienes entonaron el cántico gregoriano de las ‘Laudes Rigiae’. Este ritual, que ha sido parte de la tradición católica durante siglos, añade un aire de reverencia y solemnidad al evento. La misa fue un recordatorio de la rica historia de la Iglesia Católica y su capacidad para adaptarse a los tiempos modernos, mientras se mantiene fiel a sus raíces.
La figura de León XIV promete traer un nuevo enfoque a la Iglesia Católica, especialmente en un mundo que enfrenta desafíos complejos. Su experiencia como misionero y obispo en América Latina le ha proporcionado una perspectiva única sobre los problemas que enfrentan muchas comunidades en la actualidad. Se espera que su liderazgo se centre en la inclusión, la paz y la justicia social, temas que han resonado a lo largo de su trayectoria.
La entronización de León XIV no solo marca el inicio de un nuevo pontificado, sino que también representa una oportunidad para la Iglesia Católica de renovarse y adaptarse a las necesidades de un mundo en constante cambio. Con un enfoque en la unidad y la paz, León XIV tiene la oportunidad de dejar una huella duradera en la historia de la Iglesia y en la vida de millones de fieles alrededor del mundo.
