Las recientes manifestaciones en Imbabura han dejado huellas profundas en la vida de sus habitantes, especialmente en aquellos que dependen de su trabajo diario para sobrevivir. Un claro ejemplo de esta situación es la historia de Gonzalo Pita, un transportista que vio cómo su sustento se convertía en cenizas en cuestión de minutos durante el paro convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).
**El Ataque al Camión de Gonzalo Pita**
El 28 de septiembre de 2025, Gonzalo Pita se unió a un convoy humanitario que se desplazaba bajo resguardo militar desde Tabacundo hacia Ibarra. Sin embargo, su trayecto se tornó en una pesadilla cuando fue interceptado por manifestantes en el redondel de González Suárez. Según su relato, mientras los militares intentaban despejar la vía de obstáculos, los manifestantes comenzaron a lanzar piedras. En medio del caos, Pita se vio obligado a buscar refugio entre los soldados.
Desde la distancia, observó cómo un individuo destapaba el tanque de diésel de su camión y le lanzaba fósforos encendidos. En cuestión de minutos, su vehículo quedó envuelto en llamas, consumiendo no solo la cabina, sino también su herramienta de trabajo y su fuente de ingresos. «No quedó una sola lata buena, ni el tablero, ni el volante. Todo se consumió. Ese camión era mi sustento, mi herramienta de trabajo», expresó Pita, visiblemente afectado por la pérdida.
**Consecuencias Económicas y Personales**
La situación económica de Gonzalo Pita se ha vuelto crítica tras el ataque. Con deudas acumuladas y dos hijos en edad escolar, su vida ha cambiado drásticamente. «He pasado días muy duros. Estoy endeudado, tengo dos hijos estudiando y una tía en estado crítico. Nadie me ha respondido, nadie me ha dicho nada. Solo quiero trabajar otra vez», comentó con la voz entrecortada. Las pérdidas que ha sufrido se estiman en más de 40,000 dólares, incluyendo el camión y la plataforma de transporte.
El camión incendiado se ha convertido en un símbolo visible del impacto que dejaron las protestas en Imbabura. Esta provincia fue el epicentro de un paro que no solo causó bloqueos y daños materiales, sino que también dejó historias personales marcadas por la pérdida y la incertidumbre. La situación de Pita es solo una de muchas que reflejan el costo humano de las manifestaciones.
Las protestas en Imbabura, que se intensificaron durante el paro, han generado un clima de tensión y descontento. Los enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden han dejado una estela de destrucción y angustia en la población. La historia de Gonzalo es un recordatorio de que detrás de cada cifra de pérdidas económicas hay vidas y familias que sufren las consecuencias de la violencia y la inestabilidad.
**La Respuesta del Gobierno y la Comunidad**
En medio de esta crisis, el gobierno ha anunciado medidas para aliviar la situación económica en la región. La ministra de Gobierno ha declarado que el IVA en Imbabura se reducirá al 8% en un intento por reactivar la economía local. Sin embargo, muchos ciudadanos como Pita sienten que estas medidas son insuficientes para abordar el daño causado por las protestas.
La comunidad también ha comenzado a movilizarse para apoyar a aquellos que han sido afectados. Iniciativas locales están surgiendo para brindar ayuda a los transportistas y otros trabajadores que han perdido sus fuentes de ingresos. Sin embargo, la recuperación será un proceso largo y difícil, y muchos aún se sienten desamparados ante la falta de respuestas concretas por parte de las autoridades.
La historia de Gonzalo Pita es un reflejo de la realidad que viven muchos ecuatorianos en este contexto de crisis. A medida que la situación en Imbabura continúa evolucionando, es crucial que se escuchen las voces de aquellos que han sido afectados y que se tomen medidas efectivas para garantizar su bienestar y recuperación. Las protestas pueden haber dejado huellas visibles en la infraestructura y la economía, pero el impacto humano es lo que realmente define la magnitud de esta crisis.