El cine ecuatoriano ha encontrado en el documental «El día que me callé» una obra que no solo narra una experiencia personal, sino que también abre un diálogo sobre el trauma y la masculinidad. Dirigido por Víctor Arregui, este filme ha comenzado a recorrer los cines independientes de Quito, dejando una huella profunda en quienes lo han visto. La proyección del documental ha sido un viaje emocional tanto para el director como para el público, quienes han sido testigos de una historia que ha permanecido en silencio durante más de tres décadas.
La proyección en el cine Ochoymedio fue un momento crucial. Al finalizar la película, el ambiente en la sala era palpable; el silencio era abrumador. Muchos espectadores se encontraban conmovidos, algunos incluso llorando, mientras Arregui subía al escenario para compartir su experiencia. Este documental no solo es un relato de su vida, sino también un testimonio de resiliencia y superación. La historia de Arregui comienza en 1987, cuando, siendo un joven militante del Partido Comunista y fotógrafo, sufrió un ataque brutal que lo dejó marcado para siempre. A partir de ese momento, el silencio se convirtió en su compañero constante, un silencio que decidió romper años después.
### La Larga Sombra del Silencio
El silencio que acompañó a Arregui durante tantos años no fue solo un mecanismo de defensa, sino también una carga emocional que lo llevó a explorar su pasado a través del cine. Después de sufrir un segundo roce con la muerte, esta vez a través de un infarto, decidió que era el momento de contar su historia. La invitación de Isabel Dávalos, amiga y cineasta, fue el catalizador que necesitaba. «Sentía que había pasado el tiempo suficiente. Que era necesario hablar de lo que me pasó y también de las secuelas que dejó ese episodio… y el silencio posterior», explica Arregui.
El proceso de creación del documental fue un viaje introspectivo. Arregui comenzó a escribir sobre su vida, incluyendo no solo el ataque que sufrió, sino también otros eventos significativos que lo moldearon como persona. Sin embargo, la dificultad de abordar su experiencia más dolorosa lo llevó a considerar la ficción como una herramienta narrativa. La película combina imágenes de su vida real con escenas dramatizadas, creando una tensión que resuena emocionalmente con el espectador. Esta fusión de géneros permite que el público no solo vea, sino que sienta la profundidad del trauma que Arregui ha llevado consigo.
### Un Mensaje de Esperanza y Empoderamiento
«El día que me callé» no solo se trata de la historia de un hombre, sino que también aborda temas universales como el silencio impuesto a los hombres desde la infancia. Arregui reflexiona sobre cómo la sociedad ha enseñado a los hombres a reprimir sus emociones, a no llorar y a no buscar apoyo emocional. Esta narrativa se convierte en un llamado a la acción, un deseo de romper el ciclo del silencio que ha afectado a muchos. La reacción del público ha sido reveladora; hombres se han acercado a Arregui después de las proyecciones para agradecerle por contar lo que ellos mismos no se han atrevido a compartir.
El documental se estrenó en 2022 en un festival de cine documental, pero Arregui no estuvo presente en la proyección inicial. La ansiedad y el miedo lo llevaron a alejarse de su propia creación. Sin embargo, tras un tiempo de reflexión, decidió que era hora de mostrar su obra al mundo. A pesar de las dificultades para encontrar espacios de exhibición en cines comerciales, ha logrado proyectar su documental en salas independientes, donde ha encontrado un público receptivo y empático.
Además del documental, Arregui planea lanzar un libro autobiográfico y una exposición de su trabajo fotográfico, que incluirá retratos intervenidos por artistas cercanos. Este enfoque multidimensional no solo amplía la conversación sobre su experiencia, sino que también invita a otros a reflexionar sobre sus propias historias y traumas.
La proyección del documental ha sido programada en varias fechas, incluyendo un foro posterior a la función, donde se espera que el diálogo continúe. Arregui está decidido a llevar su mensaje a colegios y universidades, buscando crear un espacio seguro donde se pueda hablar abiertamente sobre el trauma y la salud mental. Su historia es un recordatorio de que, aunque el silencio puede ser abrumador, la voz de uno puede ser una poderosa herramienta de sanación y cambio.
El impacto de «El día que me callé» va más allá de la pantalla; es un llamado a la acción para que todos, independientemente de su género, se atrevan a hablar sobre sus experiencias y a buscar apoyo. La valentía de Víctor Arregui al compartir su historia es un paso hacia la ruptura del silencio que ha rodeado a tantas personas durante años.