El Bono Raíces, implementado por el Gobierno de Ecuador, ha generado un gran interés entre los pequeños agricultores del país. Este subsidio, creado como respuesta a la eliminación del subsidio al diésel, busca ofrecer un alivio financiero a las familias rurales que enfrentan condiciones de pobreza y precariedad. A continuación, se analizan las implicaciones de esta medida y el contexto en el que se desarrolla.
### Contexto del Bono Raíces
El Bono Raíces fue anunciado el 12 de septiembre de 2025 y consiste en un pago único de USD 1.000 destinado a agricultores que pertenecen a la categoría de agricultura familiar campesina. Esta categoría incluye a familias rurales que se dedican a la producción agrícola y pecuaria y que se encuentran en situación de vulnerabilidad económica. La demanda por este bono ha sido masiva, con cientos de agricultores haciendo largas filas en las sucursales de BanEcuador para acceder a este apoyo.
Se estima que en Ecuador hay aproximadamente 1,6 millones de personas involucradas en la agricultura familiar campesina, aunque el Gobierno ha limitado el bono a unos 100.000 agricultores en esta primera fase. Este enfoque ha suscitado diversas opiniones entre expertos y líderes del sector agrícola, quienes analizan la efectividad y sostenibilidad de esta medida.
### La Realidad Económica de los Agricultores
La situación económica de los agricultores en Ecuador es crítica. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la mayoría de los trabajadores agrícolas perciben ingresos que no alcanzan ni la mitad de un salario básico, que se sitúa en USD 470 en 2025. En promedio, los jornaleros agrícolas ganan alrededor de USD 221 mensuales, lo que pone de manifiesto la precariedad de sus condiciones laborales.
Rubén Flores, exministro de Agricultura, señala que el Bono Raíces representa una ayuda significativa, ya que equivale a más de tres meses de trabajo para un jornalero. Este subsidio puede ser utilizado no solo para mejorar las labores agrícolas, sino también para cubrir otras necesidades básicas de las familias, lo que podría reactivar el consumo en el país. Sin embargo, la entrega de este bono ha sido criticada por algunos sectores que consideran que no aborda las raíces del problema.
Rodrigo Gómez de la Torre, expresidente de la Cámara de Agricultura de la Zona 1, argumenta que otorgar recursos públicos sin condiciones claras sobre su uso puede ser contraproducente. Propone que el bono debería estar condicionado a que los beneficiarios lo utilicen para actividades agrícolas, similar a otros programas de asistencia social que requieren cumplimiento de ciertos criterios.
### Un Enfoque a Corto Plazo
Ambos expertos coinciden en que el Bono Raíces es una medida de corto plazo que no resuelve los problemas estructurales que enfrenta el sector agrícola en Ecuador. Históricamente, las políticas implementadas para apoyar a los agricultores han incluido la entrega de insumos, líneas de crédito y condonaciones de deudas, pero estas medidas no han sido suficientes para transformar la realidad del sector.
El Gobierno de Noboa ha optado por entregar dinero en efectivo en dos ocasiones, lo que ha generado un debate sobre la efectividad de este enfoque. El primer bono, creado en marzo de 2025, fue destinado a enfrentar la crisis agroproductiva provocada por condiciones climáticas adversas. Aunque estas transferencias pueden ofrecer un alivio temporal, muchos consideran que se necesita un enfoque más integral que aborde las causas subyacentes de la pobreza y la informalidad en el sector agrícola.
### La Informalidad y la Pobreza en el Sector Agrícola
La agricultura en Ecuador representa casi el 7% del Producto Interno Bruto (PIB) y es una fuente de empleo para alrededor del 32% de la Población Económicamente Activa (PEA). Sin embargo, la informalidad es un problema persistente, ya que la mitad de la población que trabaja en el sector informal se dedica a actividades agrícolas. Esta realidad se agrava por la falta de acceso a servicios básicos, capacitación y recursos que permitan a los agricultores mejorar su productividad y acceder a mercados internacionales.
Gómez de la Torre enfatiza la necesidad de que el Estado invierta en capacitación y asesorías para los pequeños agricultores, ayudándoles a organizarse y reducir la dependencia de intermediarios. Flores también destaca la importancia de invertir en investigación, tecnología y servicios que mejoren la productividad agrícola. Sin embargo, el presupuesto destinado al Ministerio de Agricultura ha ido disminuyendo en los últimos años, lo que limita la capacidad del gobierno para implementar cambios significativos.
### Perspectivas Futuras
A pesar de los desafíos, el sector agrícola ha demostrado resiliencia. Durante la recesión de 2024, cuando el PIB del país cayó un 2%, la agricultura creció un 3%, impulsada por el aumento de los precios del cacao. Para 2025, se espera que el sector continúe creciendo, proyectándose un aumento del 13% en comparación con el año anterior. Esto sugiere que, a pesar de las dificultades, hay oportunidades para el desarrollo agrícola en Ecuador, siempre que se implementen políticas adecuadas y sostenibles que apoyen a los agricultores en su camino hacia la formalización y la mejora de sus condiciones de vida.