Ecuador se enfrenta a un reto significativo en su sector energético, con la promesa del Gobierno de Daniel Noboa de añadir 979,5 megavatios de energía para evitar cortes de luz en 2025. Esta afirmación, hecha por la vocera del Gobierno, Carolina Jaramillo, ha generado tanto esperanza como escepticismo entre los especialistas del sector. La implementación de estos megavatios adicionales es crucial, especialmente considerando la crisis energética que afectó al país en 2024, donde los cortes de luz alcanzaron hasta 14 horas en algunas regiones.
La situación actual del sistema eléctrico ecuatoriano es compleja. Durante la temporada de lluvias, las hidroeléctricas del país pueden cubrir hasta el 90% de la demanda energética. Sin embargo, en la época de estiaje, que se prevé comenzará en septiembre de 2025, esta capacidad se reduce drásticamente. Según el Operador Nacional de Energía (Cenace), la demanda promedio de energía para 2025 se estima en 4.220 megavatios, lo que plantea un desafío considerable si se considera que en 2024, durante la sequía, el país solo pudo generar un promedio de 2.800 megavatios.
### La Necesidad de Nuevas Fuentes de Energía
El especialista en energía Ricardo Buitrón ha señalado que, para evitar cortes de luz, Ecuador necesita instalar al menos 921 megavatios adicionales antes de que comience el estiaje. La promesa del Gobierno de contar con 979,5 megavatios es, por tanto, un paso en la dirección correcta, pero la incertidumbre sobre su implementación persiste. Jaramillo ha indicado que 403,5 megavatios provendrán de mantenimientos en centrales térmicas existentes, mientras que otros 260 megavatios se generarán a través de un nuevo proceso de arrendamiento de generación térmica.
Sin embargo, este último proceso ha sido objeto de críticas. Los contratos de emergencia adjudicados a las empresas Progen y Austral han enfrentado retrasos significativos, lo que ha llevado al Gobierno a considerar la terminación unilateral de estos contratos. Progen, por ejemplo, debía haber puesto en operación 150 megavatios en Salitral y Quevedo, pero hasta la fecha no ha cumplido con esta obligación. La situación de Austral es igualmente complicada, ya que los turbogeneradores que ha instalado son incompatibles con el sistema eléctrico ecuatoriano, lo que ha generado aún más retrasos.
La falta de un plan de contingencia claro y la dependencia de la energía importada de Colombia, que también enfrenta problemas de sequía, son factores que aumentan la preocupación sobre la capacidad del país para evitar cortes de luz en 2025. Buitrón ha enfatizado que las declaraciones del Gobierno no son suficientes y que se requiere un plan sólido que contemple la posibilidad de un estiaje severo.
### Proyecciones y Escenarios Futuro
En un escenario optimista, si se cumplen las proyecciones de generación de energía, Ecuador podría contar con unos 3.100 megavatios durante el estiaje, lo que aún representaría un déficit de aproximadamente 1.120 megavatios frente a la demanda proyectada. Esto podría traducirse en cortes de luz de hasta cinco horas diarias. La situación se complica aún más si se considera que el país depende de la disponibilidad de gas para generar energía adicional. La central termoeléctrica más grande de Ecuador, Termogas Machala, actualmente opera a menos de su capacidad máxima debido a la escasez de gas natural.
El Gobierno ha mencionado un proyecto de generación de 75 megavatios a gas en Machala, pero no ha proporcionado detalles sobre la fuente de gas necesaria para este proyecto. La falta de infraestructura para importar gas y la insuficiente producción nacional son obstáculos que complican aún más la situación. La dependencia de un solo campo de gas, el Campo Amistad, que no puede satisfacer la demanda total, pone en riesgo la estabilidad del suministro energético.
En resumen, Ecuador se encuentra en una encrucijada energética. La promesa de 979,5 megavatios adicionales es un paso positivo, pero la implementación efectiva de estos recursos es esencial para evitar cortes de luz en 2025. La incertidumbre sobre los contratos de emergencia, la dependencia de la energía importada y la falta de un plan de contingencia robusto son factores que podrían determinar el futuro energético del país. La situación requiere atención urgente y un enfoque estratégico para garantizar que la población ecuatoriana no enfrente nuevamente la crisis energética que marcó el año 2024.