La crisis migratoria en el Darién, una de las rutas más peligrosas del continente americano, ha cobrado un nuevo giro con el retorno masivo de migrantes que no lograron alcanzar su destino en Estados Unidos. Este fenómeno, que afecta a miles de personas, incluidos ecuatorianos, ha sido alertado por la Procuraduría de Colombia, que ha señalado la grave situación humanitaria que enfrentan aquellos que regresan tras haber intentado cruzar la selva del Darién.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha cambiado drásticamente el panorama migratorio. Las nuevas políticas implementadas han hecho que muchos migrantes, que antes veían en el “sueño americano” una oportunidad, ahora se enfrenten a un camino lleno de obstáculos y peligros. En 2025, el número de migrantes ecuatorianos detenidos en la frontera con México ha caído de 15,000 a solo 86, lo que indica una disminución significativa en el flujo migratorio hacia el norte. Sin embargo, esta reducción no se traduce en una mejora de las condiciones para aquellos que intentan regresar a sus países de origen.
El retorno de los migrantes no se produce en condiciones adecuadas. Según datos recientes, al menos 9,000 personas han regresado a Colombia desde Panamá, México y Costa Rica, cruzando nuevamente la peligrosa selva del Darién. Este retorno incluye a ciudadanos de diversas nacionalidades, como venezolanos, indios, afganos, colombianos y ecuatorianos. La Defensoría del Pueblo colombiana ha advertido sobre el surgimiento de nuevas rutas de “migración a la inversa”, donde los traficantes de personas aprovechan la situación para ofrecer servicios de transporte, a menudo en condiciones inseguras y con altos riesgos de estafas y violencia.
Los migrantes que intentan regresar enfrentan múltiples peligros, incluyendo la amenaza de grupos armados ilegales que controlan el tránsito en la región. En el Chocó, por ejemplo, la presencia de bandas criminales como el Clan del Golfo y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) ha generado un ambiente de hostigamiento y violencia, lo que complica aún más la situación de quienes buscan regresar a sus hogares. La Defensoría ha subrayado que estos migrantes son vulnerables a detenciones arbitrarias y discriminación, lo que agrava su situación ya precaria.
La Procuraduría de Colombia ha hecho un llamado urgente a las autoridades para que atiendan la crisis humanitaria que se vive en la región del Darién. Según el procurador para los Derechos Humanos, Néstor Osuna, los migrantes que regresan enfrentan graves problemas de nutrición, salud y necesidades básicas. Muchos de ellos llegan a alojamientos ilegales y carecen de atención adecuada por parte del Estado colombiano. La falta de recursos y asistencia humanitaria ha llevado a que estas personas se encuentren en una situación de vulnerabilidad extrema, sin acceso a servicios esenciales.
El Tapón del Darién, que marca la frontera natural entre Colombia y Panamá, se ha convertido en un punto crítico para la migración irregular. En 2024, más de 300,000 migrantes cruzaron esta ruta, y al menos 174 personas perdieron la vida en el intento, lo que representa la cifra más alta registrada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Esta situación pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar las causas subyacentes de la migración y de garantizar la protección de los derechos humanos de quienes se ven obligados a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor.
La crisis en el Darién no solo afecta a los migrantes, sino que también tiene repercusiones en las comunidades locales y en la política migratoria de los países involucrados. La presión sobre los recursos y la infraestructura en las regiones fronterizas ha aumentado, lo que ha llevado a un llamado a la cooperación internacional para abordar esta crisis de manera efectiva. Las autoridades deben trabajar en conjunto para desarrollar soluciones sostenibles que aborden las causas de la migración y garanticen la seguridad y el bienestar de quienes se ven obligados a desplazarse.
La situación en el Darién es un recordatorio de la complejidad de la migración en el continente americano y de la necesidad de un enfoque humanitario que priorice la dignidad y los derechos de las personas. A medida que más migrantes regresan a sus países de origen, es fundamental que se implementen políticas que no solo aborden las necesidades inmediatas de asistencia, sino que también busquen soluciones a largo plazo para prevenir futuras crisis migratorias.