En los hospitales públicos de Quito, la situación de desabastecimiento de medicamentos se ha convertido en un tema recurrente que afecta a miles de pacientes y sus familias. La falta de insumos médicos no solo representa un problema de salud, sino que también impacta de manera significativa en la economía de quienes deben recurrir a farmacias privadas para completar sus tratamientos. Este fenómeno ha llevado a que muchos pacientes se vean obligados a salir de los hospitales con recetas incompletas y facturas de farmacias en mano, lo que genera un estrés adicional en momentos ya difíciles.
**Desabastecimiento Crónico en Hospitales Públicos**
Los hospitales Carlos Andrade Marín y Eugenio Espejo, dos de los más grandes de Quito, han sido los más afectados por esta crisis. A pesar de ser centros de atención de referencia para enfermedades complejas, el desabastecimiento de medicamentos ha alcanzado niveles alarmantes. Un análisis reciente indica que el stock de medicamentos en estos hospitales está por debajo del 60%, lo que significa que muchos tratamientos esenciales no están disponibles.
La situación se ha vuelto tan crítica que las autoridades del Ministerio de Salud y del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) han declarado la emergencia en varias ocasiones, buscando soluciones rápidas para la compra de medicamentos. Sin embargo, estas medidas no han logrado resolver el problema, y el número de contratos para la adquisición de fármacos sigue siendo insuficiente. Por ejemplo, el Hospital Carlos Andrade Marín tiene actualmente 85 medicamentos en stock cero, incluyendo insulina y antibióticos vitales.
Las historias de los pacientes son desgarradoras. Una mujer que espera la cuarta cirugía de su yerno, diagnosticado con un tumor cerebral, ha tenido que gastar más de 500 dólares en medicamentos y materiales quirúrgicos que no estaban disponibles en el hospital. Otro caso es el de una paciente jubilada que, tras ser operada de la mano, tuvo que salir a comprar medicamentos básicos para su tratamiento de tiroides y presión arterial, debido a que el hospital solo pudo proporcionarle 21 de los 90 medicamentos que necesitaba.
**Impacto Económico en las Familias**
El desabastecimiento no solo afecta la salud de los pacientes, sino que también representa una carga económica significativa para sus familias. Muchos se ven obligados a destinar grandes sumas de dinero para adquirir medicamentos en farmacias privadas, lo que puede resultar devastador para aquellos que ya enfrentan dificultades económicas. Un hombre relató cómo la cirugía cardíaca de su esposa se retrasó durante seis meses debido a la falta de una válvula mitral, que finalmente tuvo que comprar por 2,000 dólares. Este tipo de situaciones se repiten en los pasillos de los hospitales, donde las familias deben hacer malabares financieros para poder cumplir con los tratamientos de sus seres queridos.
En el Hospital Eugenio Espejo, la situación es aún más alarmante. Este hospital, que debería ofrecer atención de tercer nivel, tiene menos del 30% de abastecimiento de medicamentos. Las familias deben comprar desde pañales hasta medicamentos específicos, lo que puede sumar miles de dólares en gastos adicionales. Una madre que acompaña a su hija con un tumor cerebral ha gastado cerca de 2,000 dólares en medicamentos y suministros, y se enfrenta a la incertidumbre de que su hija no será operada debido a la falta de recursos.
La falta de medicamentos esenciales como anticoagulantes y analgésicos se ha convertido en una norma en estos hospitales, lo que pone en riesgo la vida de muchos pacientes. La situación se agrava aún más en las áreas de cuidados intensivos, donde la escasez de insumos puede ser fatal.
**La Resiliencia de los Pacientes y sus Familias**
A pesar de las adversidades, los pacientes y sus familias continúan luchando por obtener la atención médica que necesitan. Médicos y enfermeras hacen lo posible por atender a los pacientes con los recursos limitados que tienen, pero cada receta no despachada se convierte en un recordatorio de la crisis que enfrentan. La resiliencia de estas familias es admirable, pero también pone de manifiesto la necesidad urgente de soluciones efectivas por parte de las autoridades de salud.
La crisis de medicamentos en los hospitales públicos de Quito es un problema que no solo afecta la salud de los pacientes, sino que también tiene un impacto profundo en la economía de las familias. La falta de insumos médicos esenciales ha llevado a que muchos deban asumir el costo de lo que debería ser una responsabilidad del Estado. La situación exige atención inmediata y soluciones sostenibles para garantizar que todos los pacientes tengan acceso a los medicamentos que necesitan para su tratamiento.
