La justicia francesa ha dictado una sentencia histórica al excirujano Joël Le Scouarnec, quien ha sido condenado a 20 años de prisión por violar y agredir sexualmente a 299 pacientes, en su mayoría menores de edad. Este caso ha conmocionado a la sociedad francesa y ha puesto de relieve la necesidad de una revisión profunda de los protocolos de seguridad en el ámbito médico. La sentencia fue emitida el 28 de mayo de 2025, tras un juicio que comenzó en febrero del mismo año y que reveló la magnitud de los crímenes cometidos por el médico, conocido como el «diablo de bata blanca».
El tribunal de Vannes, en el oeste de Francia, consideró que la gravedad de los delitos merecía la pena máxima solicitada por la fiscalía. Sin embargo, también tuvo en cuenta la edad del acusado, quien tiene 74 años, y su aparente voluntad de reparación, lo que le permitirá solicitar la libertad condicional tras cumplir dos tercios de su condena. Durante el juicio, Le Scouarnec admitió su culpabilidad en todos los actos perpetrados entre 1989 y 2014, lo que incluye 111 violaciones y 189 agresiones sexuales. Las víctimas, muchas de las cuales eran menores de 15 años, han expresado su frustración ante la lentitud del sistema judicial y la falta de acción de las autoridades médicas.
### Un caso que revela fallos en el sistema
El caso de Joël Le Scouarnec no es un incidente aislado, sino que forma parte de un patrón más amplio de abusos en el ámbito médico que ha salido a la luz en Francia en los últimos años. La condena de Le Scouarnec se produce meses después de otro caso de violaciones en serie que resultó en la condena de 51 hombres. Este contexto ha llevado a un creciente clamor por una revisión de las políticas de protección de los pacientes y una mayor responsabilidad para los profesionales de la salud.
Durante el juicio, se reveló que el cirujano había mantenido un comportamiento depredador durante décadas, a pesar de haber sido condenado en 2005 por posesión de pornografía infantil. A pesar de esta condena, continuó ejerciendo como cirujano en varios hospitales hasta su jubilación en 2017. Este hecho ha generado indignación entre las víctimas y sus familias, quienes se preguntan cómo pudo el sistema permitir que un individuo con antecedentes tan graves siguiera trabajando en un entorno donde tenía acceso a pacientes vulnerables.
El tribunal también escuchó testimonios de psiquiatras que evaluaron a Le Scouarnec, quienes describieron su «peligrosidad muy grande» y la dificultad para entender las raíces de su comportamiento. La falta de respuestas claras sobre cómo pudo continuar su carrera médica ha llevado a un llamado a la rendición de cuentas no solo del cirujano, sino también de las instituciones que lo permitieron.
### La voz de las víctimas y el futuro de la justicia
Las audiencias del juicio estuvieron marcadas por el testimonio desgarrador de las víctimas, quienes compartieron sus experiencias de abuso y el impacto duradero que ha tenido en sus vidas. Un colectivo de víctimas se organizó para hacer visible su sufrimiento y exigir justicia, desplegando pancartas que representaban a las 355 víctimas, incluidas aquellas cuyos casos han prescrito o que no han sido identificadas.
La frustración de las víctimas se ha visto exacerbada por la falta de respuesta de las autoridades. En una reciente comparecencia, altos directivos de instituciones médicas fueron interrogados sobre cómo Le Scouarnec pudo seguir trabajando como cirujano tras su condena en 2005. Las respuestas fueron evasivas, lo que ha alimentado la percepción de un «silencio político» en torno a estos casos.
El ministro de Salud, Yannick Neuder, ha prometido trabajar para evitar que se repitan situaciones similares en el futuro, pero muchos se preguntan si estas promesas se traducirán en cambios reales en el sistema. La presión pública y el clamor de las víctimas han llevado a una mayor atención sobre la necesidad de reformas en la protección de los pacientes y la supervisión de los profesionales de la salud.
El caso de Joël Le Scouarnec es un recordatorio escalofriante de los peligros que pueden existir en el ámbito médico y la importancia de garantizar que los pacientes estén protegidos de abusos. A medida que la sociedad francesa lidia con las repercusiones de este caso, la esperanza es que se tomen medidas concretas para prevenir futuros abusos y asegurar que la justicia se sirva de manera efectiva para todas las víctimas.