La pastelería ha evolucionado de ser una simple actividad culinaria a convertirse en una forma de arte, y esto es precisamente lo que ha logrado Irene Cunalata con su emprendimiento, Irene Bakeshop. Desde sus inicios en una cocina casera hasta la apertura de dos locales en Quito y Cumbayá, su trayectoria es un testimonio de pasión, dedicación y creatividad.
### Un Viaje desde la Infancia hasta la Alta Pastelería
Irene Cunalata se enamoró de la pastelería desde muy joven. Recuerda con nostalgia cómo, de niña, disfrutaba jugando con lodo para hacer pastelitos. Su interés por la cocina se vio influenciado por su abuelo, quien tenía una fábrica de dulces. Desde los ocho años, Irene soñaba con tener su propio negocio de repostería. Esta pasión la llevó a estudiar en la Universidad San Francisco de Quito, donde descubrió la pastelería francesa y se dio cuenta de que quería dedicarse a este arte.
Durante su formación, Irene no solo se enfocó en la técnica, sino que también cursó un minor en artes plásticas, lo que ha influido en la estética de sus creaciones. «Me gusta hacer mousses con núcleos crujientes y varias texturas que sorprenden al comer», explica. Esta búsqueda de equilibrio entre lo dulce, lo ácido y lo salado es una de las características que definen su estilo.
Después de completar sus estudios, Irene se aventuró a perfeccionar sus habilidades en Estados Unidos y Europa. Trabajó en la pastelería del parque Magic Kingdom en Orlando, donde aprendió la importancia de la atención al detalle y la rapidez en la cocina. Su viaje por Europa le permitió descubrir una variedad de sabores y técnicas que luego adaptaría a su propuesta local.
### La Resiliencia en Tiempos de Pandemia
El lanzamiento de Irene Bakeshop estaba programado para justo antes de la pandemia, pero la crisis sanitaria obligó a Irene a replantear sus planes. Sin embargo, en lugar de rendirse, decidió comenzar a vender sus postres desde casa. «Empecé con entregas gratuitas a mis vecinos durante los meses más difíciles del confinamiento. La gente estaba estresada y deprimida, y el azúcar sirve para recordarles que hay un poco de dulzura en medio del caos», comenta.
A medida que la demanda creció, Irene se vio obligada a abrir su primer local en Cumbayá en diciembre de 2020. Hoy, Irene Bakeshop cuenta con dos locales y un equipo consolidado. Su menú incluye tanto postres clásicos como innovaciones que cambian según la temporada. Los favoritos del público son el pastel de zanahoria y el pastel de chocolate, que se han convertido en los más solicitados.
Además de su trabajo en la pastelería, Irene ha comenzado a compartir su conocimiento como docente. Ofrece clases en la Universidad Internacional del Ecuador y talleres en su propio espacio, donde enseña a hacer tartaletas, galletas y bombonería. «Este rol me encanta porque me permite trabajar con gente nueva y contribuir al desarrollo de futuros profesionales», dice con entusiasmo.
### El Postre que Conquistó Carondelet
Uno de los momentos más destacados en la carrera de Irene fue cuando su pastelería se volvió viral tras crear el postre más comentado de la recepción presidencial tras la victoria de Daniel Noboa. Conocido como el ‘chocobanana presidencial’, este postre fue resultado de una colaboración con un productor local de cacao. Consistía en un cremoso de banana caramelizada cubierto con chocolate 75% y maní garapiñado, todo presentado con una lámina de oro comestible.
Irene recuerda que, al principio, no tenía idea de para quién estaba elaborando el pedido. «Era algo súper secreto y no nos dieron mayores detalles. Sabía que era para un evento, pero no imaginé el impacto que tendría después de que la noticia se hiciera pública», explica. La acogida fue tan positiva que el postre tuvo que mantenerse en el menú por varias semanas, hasta que se agotaron los insumos. Aunque actualmente no está disponible, Irene planea volver a ofrecerlo en un futuro.
Mientras tanto, su carta sigue ofreciendo opciones que combinan técnica e ingredientes poco convencionales. Entre sus creaciones destacan la Manzana Roja, con mousse de chocolate negro y frutos rojos, y la Sfera, que mezcla chocolate negro, café y praliné de almendras.
Irene Cunalata ha demostrado que la pastelería puede ser mucho más que un simple postre; es una forma de arte que combina sabores, texturas y estética. Su historia es un ejemplo de cómo la pasión y la resiliencia pueden llevar a un emprendedor a alcanzar el éxito, incluso en tiempos difíciles. Con su enfoque innovador y su dedicación a la calidad, Irene Bakeshop se ha consolidado como un referente en la pastelería ecuatoriana.