La Revolución Ciudadana (RC) enfrenta un momento crítico en su trayectoria política, marcado por conflictos internos y un bloqueo legislativo que limita su capacidad de influencia en la Asamblea Nacional. A medida que el movimiento intenta redefinir su agenda y liderazgo, se hace evidente que la falta de dirección clara y cohesión interna son obstáculos significativos en su camino hacia la recuperación y fortalecimiento.
### Conflictos Internos y Desafíos de Liderazgo
Desde la llegada de Luisa González a la presidencia de la Revolución Ciudadana, el movimiento ha experimentado tensiones internas que han puesto en jaque su unidad. La reciente decisión de cesar a Viviana Veloz como coordinadora del bloque y nombrar a Juan Andrés González como su sucesor es un intento por revitalizar la bancada, que ha mostrado signos de desgaste debido a posturas encontradas entre sus miembros. Este cambio de liderazgo se produce en un contexto donde la organización política se enfrenta a la necesidad de unificar su discurso y estrategia ante un panorama legislativo adverso.
La situación se complica aún más con la proximidad del referendo y consulta popular de 2025, que ha puesto a prueba la capacidad de la Revolución Ciudadana para actuar como un actor político relevante. La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE) de excluir al correísmo de la campaña por el ‘No’ en la consulta popular ha dejado al movimiento en una posición vulnerable. La falta de cumplimiento de requisitos formales por parte de González ha sido un factor determinante en esta exclusión, lo que ha generado críticas y descontento dentro de la organización.
La falta de cohesión y la percepción de un liderazgo distante han llevado a la deserción de algunos asambleístas, quienes han expresado públicamente su frustración con la dirección actual del movimiento. La situación se ha vuelto insostenible, y la necesidad de un cambio en la estrategia y en la forma de liderazgo es más urgente que nunca.
### Bloqueo Legislativo y Marginalización Política
En el ámbito legislativo, la Revolución Ciudadana ha enfrentado un bloqueo sistemático que ha limitado su capacidad para influir en la agenda política del país. A pesar de haber recuperado algo de voz en la Asamblea Nacional, la bancada correísta sigue siendo marginalizada en los debates sobre temas cruciales. Desde el inicio del nuevo periodo legislativo, se han presentado múltiples solicitudes de cambio del orden del día, de las cuales la mayoría han sido rechazadas por el Pleno. Este patrón de exclusión refleja la dificultad del correísmo para establecer un diálogo efectivo con otras fuerzas políticas, especialmente con el bloque oficialista Acción Democrática Nacional (ADN).
La reciente votación sobre una resolución que rechazaba la represión de la fuerza pública durante el paro nacional de la Conaie es un ejemplo claro de esta dinámica. A pesar de contar con el apoyo de algunos legisladores, la propuesta fue desestimada, evidenciando la falta de apoyo necesario para avanzar en temas que afectan a la ciudadanía. La incapacidad de la Revolución Ciudadana para articular una oposición efectiva ha llevado a que su influencia política se reduzca aún más, convirtiéndola en un actor cada vez más irrelevante en el escenario nacional.
Además, el control que ADN ha ejercido sobre los procesos de fiscalización al gobierno ha anulado cualquier intento del correísmo de investigar temas sensibles, como las pensiones vitalicias de expresidentes y exvicepresidentes. Este contexto de bloqueo y exclusión ha llevado a la Revolución Ciudadana a replantearse su estrategia y buscar nuevas formas de recuperar su relevancia en la política ecuatoriana.
La situación actual de la Revolución Ciudadana es un reflejo de la complejidad del panorama político en Ecuador. Con un liderazgo en crisis y un entorno legislativo hostil, el movimiento se enfrenta a la necesidad de redefinir su identidad y su papel en la política nacional. La falta de cohesión interna y la marginalización en la Asamblea Nacional son desafíos que deben ser abordados con urgencia si la Revolución Ciudadana desea recuperar su lugar en el debate político del país.