El paro nacional impulsado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) ha alcanzado su día 15, marcando un momento crítico en la relación entre el movimiento indígena y el gobierno de Daniel Noboa. Este paro, que busca la derogación del fin del subsidio al diésel y una reducción del IVA al 12%, ha llevado a 12 provincias a un estado de excepción, generando un ambiente de tensión y confrontación que recuerda a las protestas de 2022, aunque con matices diferentes.
### Contexto del Paro Nacional
El actual paro se produce en un contexto donde la Conaie busca visibilizar sus demandas frente a un gobierno que, hasta ahora, ha mostrado una postura firme y decidida. En 2022, las protestas contra el entonces presidente Guillermo Lasso resultaron en 18 días de violencia, con un saldo trágico de ocho muertos y cientos de heridos. Sin embargo, la situación actual parece ser diferente. Daniel Noboa, quien asumió la presidencia en un contexto de crisis, ha logrado mantener el control de la fuerza pública y ha respondido rápidamente a las acciones de la Conaie con decretos y discursos que buscan desactivar la tensión.
A pesar de que el paro ha generado un ambiente de incertidumbre, los niveles de violencia en las carreteras no han alcanzado los extremos de 2022. Sin embargo, un fallecido ha sido reportado, lo que ha contribuido a un clima de descontento y ha puesto al gobierno en una posición defensiva. La Conaie, liderada por Marlon Vargas, ha intentado mantener la moral de sus seguidores, pero enfrenta un desafío significativo: la percepción pública de sus demandas y la falta de diálogo con el gobierno.
### Estrategias de la Conaie y Respuesta del Gobierno
Uno de los aspectos más desconcertantes para la Conaie es la falta de interés del gobierno en establecer un diálogo. Noboa ha optado por no buscar a los líderes indígenas para discutir sus demandas, lo que ha llevado a Vargas a recorrer comunidades en un intento de mantener la cohesión y el apoyo entre sus bases. Sin embargo, este enfoque ha sido criticado, ya que muchos consideran que la Conaie no ha logrado presentar demandas que sean vistas como razonables por la población en general.
La imagen pública de la Conaie se ha visto afectada por acciones que han sido interpretadas como coercitivas, como la presión a comerciantes para cerrar sus negocios bajo amenazas. Esto ha generado un rechazo en sectores que dependen de su actividad comercial, debilitando la credibilidad del movimiento. La Conaie, que ha sido históricamente un actor clave en la política ecuatoriana, se enfrenta ahora a un dilema: cómo mantener su relevancia y efectividad en un contexto donde sus acciones son cuestionadas.
A pesar de estos desafíos, la Conaie aún tiene cartas que jugar. La reciente marcha de defensores del paro en Quito, que casi terminó en enfrentamientos, demuestra que hay un deseo de llevar la lucha a la capital. Además, la presión del gobierno para resolver la situación antes del referéndum y consulta popular programada para el 16 de noviembre podría cambiar la dinámica del conflicto. Noboa, al igual que sus predecesores, está consciente de que su capital político está en juego, lo que podría llevar a una intensificación de las negociaciones o, por el contrario, a un aumento de la represión.
La situación en Ecuador es un reflejo de las tensiones que existen entre el gobierno y los movimientos sociales. La Conaie, a pesar de sus dificultades, sigue siendo un actor relevante en la política ecuatoriana, y su capacidad para movilizar a las masas podría influir en el futuro del país. Sin embargo, la falta de diálogo y la percepción de que sus demandas no son razonables podrían limitar su efectividad en este paro.
En resumen, el paro nacional en Ecuador es un fenómeno complejo que involucra no solo demandas económicas, sino también cuestiones de poder, representación y legitimidad. La respuesta del gobierno de Noboa y la capacidad de la Conaie para adaptarse a esta nueva realidad serán determinantes en el desenlace de este conflicto.