En Ecuador, el 26 de septiembre se celebra el Día Nacional de la Bandera, un evento significativo que involucra a más de 270,000 estudiantes de tercero de Bachillerato en todo el país. Este año, la ceremonia del juramento a la bandera se lleva a cabo en medio de un paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), lo que ha generado incertidumbre en varias localidades, especialmente en Cotopaxi e Imbabura, donde las clases presenciales han sido suspendidas. A pesar de estas dificultades, el juramento se mantiene como un símbolo de unidad y patriotismo entre los jóvenes ecuatorianos.
La ceremonia del juramento a la bandera no solo es un acto cívico, sino que también representa un momento de orgullo y reconocimiento para los estudiantes que han destacado en su trayectoria académica. Durante este evento, se proclaman a los abanderados, portaestandartes y escoltas de las instituciones educativas, quienes son seleccionados por su rendimiento y dedicación. El Ministerio de Educación establece las directrices para este proceso, asegurando que se reconozca el esfuerzo de los estudiantes en todas las instituciones, ya sean fiscales, municipales o particulares.
### La Historia Detrás del Juramento a la Bandera
El 26 de septiembre fue designado como el Día Nacional de la Bandera en 1955 por el Congreso Nacional. Originalmente, el juramento se realizaba en febrero, coincidiendo con el Día del Civismo en las regiones de la Sierra y Amazonía. Sin embargo, en 2022, se unificó la fecha para que todos los estudiantes de tercero de Bachillerato realizaran el juramento el mismo día, promoviendo así una mayor cohesión y sentido de pertenencia entre los jóvenes de diferentes regiones del país.
Este año, el evento se lleva a cabo en un contexto complicado. A pesar de que el paro nacional ha llevado al cierre de escuelas en algunas localidades, el Ministerio de Educación ha establecido que las clases se continúen de forma virtual. Esto plantea un desafío adicional para la realización del juramento, ya que en años anteriores, como durante la pandemia de Covid-19, la ceremonia se llevó a cabo de manera virtual desde los hogares de los estudiantes. La incertidumbre sobre cómo se llevará a cabo el juramento en las zonas afectadas por el paro ha generado preguntas entre padres y educadores, quienes esperan directrices claras del Ministerio.
### Historias de Resiliencia entre los Abanderados
El juramento a la bandera es también una oportunidad para resaltar historias de superación y esfuerzo. Un ejemplo inspirador es el de Abraham Veliz Manzaba, un joven de 16 años con un 71% de discapacidad, quien ha sido nombrado abanderado del pabellón nacional en su colegio en Guayaquil. A pesar de las múltiples hospitalizaciones y cirugías que ha enfrentado debido a una tuberculosis ósea que lo dejó con paraplejía, Abraham ha demostrado una increíble resiliencia y dedicación a sus estudios. Su historia es un testimonio del espíritu indomable de los jóvenes ecuatorianos y de cómo, a pesar de las adversidades, pueden alcanzar sus sueños.
El Ministerio de Educación ha enfatizado la importancia de estas historias, señalando que detrás de cada abanderado hay un esfuerzo significativo y un compromiso con la educación. En la Zona 8, que incluye Guayaquil, Durán y Samborondón, se han llevado a cabo ensayos desde el 12 de septiembre, donde casi 30,000 estudiantes se preparan para rendir homenaje a uno de los símbolos patrios más importantes del país.
A medida que se acerca el 26 de septiembre, la expectativa crece entre los estudiantes y las comunidades educativas. A pesar de los desafíos que presenta el paro nacional, el juramento a la bandera sigue siendo un evento que une a los ecuatorianos en torno a sus valores cívicos y patrióticos. La ceremonia no solo es un rito de paso para los estudiantes, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la educación y el compromiso cívico en la construcción de un futuro mejor para el país. En este contexto, la participación activa de los estudiantes, incluso en situaciones adversas, se convierte en un símbolo de esperanza y unidad para todos los ecuatorianos.