El movimiento político Revolución Ciudadana se encuentra en una encrucijada tras las recientes declaraciones de sus líderes, Luisa González y Marcela Aguiñaga. La situación se ha intensificado tras el anuncio de González de no buscar la reelección como presidenta del movimiento en la convención nacional programada para noviembre de 2025. Esta decisión ha generado reacciones encontradas dentro de la organización, evidenciando las diferencias ideológicas y estratégicas que existen entre sus miembros.
González, quien ha sido una figura clave en la Revolución Ciudadana, expresó su deseo de que el movimiento adopte una postura más radical frente al gobierno actual de Daniel Noboa. En una entrevista reciente, enfatizó la necesidad de que el partido articule una oposición firme y decidida, argumentando que no se puede ser complaciente con un gobierno que, según ella, ha insultado y perseguido a sus miembros. «Si no tenemos una posición radical, nos convertiremos en otra Izquierda Democrática que pacta con cualquier gobierno», afirmó González, subrayando la importancia de mantener la integridad y la lucha del movimiento.
Por otro lado, la reacción de Marcela Aguiñaga, prefecta de Guayas y coidearia de González, ha sido crítica. Aguiñaga, quien ha estado en el terreno político y ha enfrentado desafíos significativos, respondió a las declaraciones de González con un tono de reproche. En su mensaje, destacó que la resistencia no se limita a las redes sociales y que la verdadera oposición se ejerce con acciones concretas. «Como quisiera que vivas lo que significa ganar una seccional, administrar, responder y demostrar que la oposición también se ejerce con hechos», expresó Aguiñaga, dejando claro que su enfoque es más pragmático y centrado en la gestión local.
La tensión entre ambas líderes refleja una lucha más amplia dentro de la Revolución Ciudadana, donde las diferencias sobre la estrategia política y la dirección del movimiento están saliendo a la luz. González ha instado a sus compañeros a reflexionar sobre el papel de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) y su alineación con la línea política del movimiento, cuestionando si deben aplaudir a un gobierno que, a su juicio, ha actuado en contra de los intereses de la ciudadanía.
En este contexto, la figura de Rafael Correa, expresidente y líder histórico del movimiento, también ha tomado protagonismo. Correa defendió a González y criticó a Aguiñaga por su postura, sugiriendo que su lealtad al movimiento debería ser más evidente. «Despide al que te maneja X. Estoy seguro de que, con tu capacidad y lealtad, tú no eres la que hace estas tonterías», dijo Correa, reafirmando su apoyo a González y su descontento con la dirección que ha tomado el movimiento.
La situación se complica aún más por el contexto político actual en Ecuador, donde la polarización y la desconfianza hacia el gobierno de Noboa han llevado a muchos a cuestionar la efectividad de la oposición. González ha planteado la necesidad de que la Revolución Ciudadana se defina claramente: «¿Qué clase de movimiento político queremos ser? ¿Uno que contemporice, acuerde o felicite a los poderes de turno pese a la persecución e insultos que nos profieren, o uno que defienda de frente y reclame los derechos de los ciudadanos?» Esta pregunta resuena en el seno del movimiento, donde las visiones sobre cómo enfrentar la adversidad son divergentes.
La discusión sobre la estrategia política de la Revolución Ciudadana no solo afecta a sus líderes, sino que también tiene implicaciones para sus bases y simpatizantes. La forma en que se resuelvan estas tensiones internas podría determinar el futuro del movimiento en un escenario político cada vez más desafiante. A medida que se acerca la convención nacional, las decisiones que tomen González y Aguiñaga serán cruciales para definir el rumbo de la Revolución Ciudadana y su capacidad para movilizar a sus seguidores en un contexto de creciente descontento social.
En resumen, la Revolución Ciudadana se enfrenta a un momento crítico en su historia, donde las diferencias entre sus líderes podrían marcar la pauta para su futuro. La lucha por la dirección del movimiento, la definición de su estrategia política y la respuesta a un gobierno que muchos consideran hostil son temas que seguirán generando debate y controversia en los próximos meses.