En el corazón del Bronx, una familia ecuatoriana se reúne para cenar, mientras discuten sobre su futuro en Ecuador. La abuela, el hijo menor y otros miembros de la familia hablan sobre la construcción de «la casita» en Cuenca, un sueño que se ha vuelto tangible gracias a las remesas que envían desde Estados Unidos. Este fenómeno no solo representa un esfuerzo por mantener la conexión con su tierra natal, sino que también está transformando el paisaje urbano de varias regiones en Ecuador, especialmente en Azuay.
Las remesas enviadas por migrantes ecuatorianos han experimentado un crecimiento significativo en los últimos años. En 2024, Azuay se posicionó como la segunda provincia que más remesas recibió, alcanzando un total de 1,146.7 millones de dólares. En el primer trimestre de 2025, esta cifra ya acumulaba 291.3 millones, según datos del Banco Central del Ecuador. Este flujo de dinero no solo está ayudando a las familias a sobrevivir, sino que también está redefiniendo la economía local y el desarrollo urbano.
### Transformación del Paisaje Urbano
Las remesas han comenzado a redibujar el paisaje urbano en comunidades como Victoria del Portete, Ricaurte y San Joaquín. El dinero que llega desde bodegas en Queens o restaurantes en Newark se convierte en bloques de hormigón, techos nuevos y viviendas de dos pisos. Este proceso de construcción no es solo una cuestión de infraestructura; es una forma de reafirmar la identidad y el legado familiar. Para muchos migrantes, cada ladrillo colocado es un símbolo de permanencia y conexión con sus raíces.
María, una migrante que llegó a Nueva York hace diecisiete años, es un claro ejemplo de cómo las remesas están impactando la construcción en su comunidad. Ella envía 600 dólares semanalmente a su hermana en Paute, destinando la mitad para terminar la construcción de su casa y la otra mitad para que su madre pueda cultivar. «Yo no puedo regresar todavía, pero mi nombre ya está escrito en esa casa», afirma con orgullo mientras muestra el avance de la obra a través de una videollamada.
Este fenómeno no solo se limita a la construcción de viviendas. Las remesas están impulsando un cambio en la dinámica de propiedad y uso del suelo. La economista Carmen Villafuerte señala que las remesas se han convertido en una palanca de desarrollo y un agente de transformación social. Las comunidades migrantes están viendo cómo sus patrones de consumo y sus dinámicas de propiedad se reconfiguran debido a este flujo constante de dinero.
### Nuevas Oportunidades Financieras
Los bancos han comenzado a adaptarse a esta nueva realidad. Se están ofreciendo productos específicos para migrantes, como créditos hipotecarios en dólares y seguros para casas construidas a distancia. Además, las plataformas de envío de dinero han reducido sus comisiones, facilitando que los migrantes envíen dinero de manera más constante y con menos pérdidas en el camino. Esto ha permitido que más familias puedan invertir en la construcción de sus hogares y en proyectos de desarrollo en sus comunidades.
Omar, un migrante nacido en Gualaceo, ha utilizado sus remesas para construir un pequeño edificio de tres pisos que planea alquilar. Para él, esta inversión no solo es una forma de generar ingresos, sino también una manera de asegurar su futuro en Ecuador. «Mi hermano se va a quedar allá, pero yo ya estoy cansado. Ya quiero mirar las montañas sin tanto ruido», comparte desde su taller de carpintería en Jackson Heights, donde trabaja arduamente desde hace más de dos décadas.
Sin embargo, este auge en la construcción también ha traído consigo tensiones. En barrios donde antes el alquiler de un cuarto era de 100 dólares, hoy puede superar los 200. Algunos residentes locales sienten que sus comunidades están cambiando demasiado rápido y que los nuevos estándares inmobiliarios, influenciados por estilos estadounidenses, amenazan con desplazar a quienes no pueden seguir el ritmo de estos cambios.
A pesar de estos desafíos, para muchos migrantes, construir en su tierra es una forma de recuperar su agencia. La casa no es solo un espacio físico; es una representación tangible de que su sacrificio ha valido la pena. A través de ladrillos, balcones y jardines, están creando un relato propio que refleja sus luchas y aspiraciones. Desde el Bronx hasta Ecuador, las remesas no solo levantan casas; también reconstruyen vínculos y proyectan futuros posibles, planteando preguntas sobre el modelo de desarrollo que Ecuador está construyendo desde el exterior. La migración, que durante años se vivió como una ruptura, ahora se erige como una forma de arquitectura y desarrollo.